miércoles, 21 de septiembre de 2011

GEORG KERSCHENSTEINER

GEORG KERSCHENSTEINER
Fue un educador popular en el verdadero sentido del término. En todas sus variadas actividades de maestro, director de escuelas públicas, político y profesor universitario, dio prueba de un constante interés en llevar a la práctica sus creencias teóricas. Pese a su originalidad, e incluso singularidad, como individuo y como pedagogo, era profundamente consciente de las raíces históricas de que procedían su reflexión y sus aspiraciones, y sus principales puntos de referencia fueron la filosofía educativa de Johann Heinrich Pestalozzi, la vasta visión sociológica de la educación de John Dewey y la perspectiva cultural-histórica de Eduard Spranger. Sus logros se basan en tres importantes objetivos interdependientes: la enseñanza profesional y la responsabilidad cívica como elementos primordiales de la educación general; como derivado de ello, un concepto de la educación que recalque los vínculos entre la educación y la vida, y el intento de asentar este sistema de educación en el contexto más amplio de una filosofía de la cultura

Sus principales trabajos se han traducido a casi todos los grandes idiomas y siguen inspirando un vivo debate en los círculos educativos. Incluso en los difíciles años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, con el ambiente de resentimiento antialemán que prevalecía en aquella época, la validez y la importancia de la obra de Kerschensteiner nunca se pusieron en duda, como constató el autor de estas líneas en varios viajes de estudio fuera de Alemania. Los escritos de Kerschensteiner se consideran en general un ejemplo brillante de la voluntad pedagógica de renovar la educación en Alemania, a partir de la práctica.

Tras un período inicial en que fue maestro de escuela elemental, estudió matemáticas y física, lo que le permitió llegar a ser profesor de “Gymnasium” (escuela secundaria selectiva). Entre 1895 y 1919 ocupó el cargo de director de las escuelas públicas de Munich, y fue en esta época cuando adquirió renombre mundial. En Munich fue donde desarrolló la Fortbildungsschule [literalmente, escuela de perfeccionamiento] convirtiéndola en una escuela de formación profesional por derecho propio, y alentó los trabajos prácticos en las escuelas, de conformidad con su idea de la Arbeitsschule [escuela del trabajo]. A partir de 1919 fue profesor en la Universidad de Munich.

Un hecho significativo del concepto de la educación de Kerschensteiner es que para él el aspecto humanizador de la educación es por lo menos tan importante como la teoría. No duda ni un momento de que su contribución a las relaciones humanas es lo que confirma o refuta una teoría. El valor de toda reflexión pedagógica depende de la medida en que promueve los valores auténticos de la humanidad, y su consolidación. Esta concepción se refleja tanto en la facultad de juicio personal como en la realización vocacional o la expresión creativa en los diversos campos de las artes y los oficios.

La imagen de Kerschensteiner que primero acude a la mente es la del director de las escuelas públicas de Munich, un educador popular en el sentido pestalozziano de la palabra, creador de escuelas de educación profesional y de bibliotecas públicas, defensor de la prolongación del período de escolaridad obligatoria, y que conmemoró a Pestalozzi con el memorable discurso de 1908 sobre los métodos de la educación popular.

Una de sus teorías que se acercan más a la ética para el educador seria :


La formación de la personalidad

Todo análisis de la obra de Kerschensteiner conduce inevitablemente a la consideración de la personalidad de este educador ejemplar, ya que casi todas sus exposiciones teóricas reflejan su propia vida. Kerschensteiner es un representante de la rara especie de pedagogo imaginativo, experimentado y de talante práctico. Sus dos proverbios favoritos, que repetía siempre a modo de síntesis de su actitud ante la vida, son los siguientes: “Para el diligente el mundo no es mudo”, y “La desesperación es la falta de confianza en Dios”.

Este optimismo se refleja en las características que, a su modo de ver, debe reunir el buen maestro, y que expone en su libro “El alma del educador y el problema de la formación del personal docente” (1949): una naturaleza comprensiva; la capacidad de emocionarse profundamente, y la sensibilidad y el tacto como condición previa de la empatía con los demás, o sea, en resumidos términos, una actitud verdaderamente humana en vez de un conocimiento enciclopédico.

Este desarrollo de la personalidad es la tarea central del proceso educativo. En último término, Kerschensteiner trata de conseguir una transformación pedagógica del axioma de Goethe, “la personalidad es el tesoro humano supremo”, entendiendo por “tesoro” la voluntad y la capacidad de asumir la responsabilidad como pilares fundamentales de una comunidad humana auténtica.

 la  obra de Kerschensteiner es importante para el futuro, y la conservación de su legado es un requerimiento para el presente.

revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 3-4, 1993, págs. 855-872.

 CAROLINA VARGAS

1 comentario:

  1. ya tienen material para hacerl El cuadro comparativo. Envío a sus correos un modelo de presentación para realizarlo durante la semana.

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